Jugar bonito o ganar feo? El dilema que todo tenista enfrenta

Lucio Fernandes Winck
Antonio García
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Según el CEO Lucio Winck, el dilema entre jugar bonito o ganar feo está presente en prácticamente todos los niveles del tenis, así como en otros deportes. Los jugadores deben decidir entre seguir un estilo más plástico y vistoso o adoptar una estrategia pragmática, a menudo poco atractiva. Esta elección no es solo técnica, sino también emocional.

En un deporte que premia el resultado, ¿hasta dónde vale mantener la belleza del juego?

¿Hay espacio para ambos?

El CEO Lucio Winck señala que el equilibrio entre forma y resultado es posible, pero requiere mucho talento e inteligencia táctica. La mayoría de los tenistas necesita elegir: o impresiona o acumula victorias. Pocos tienen los recursos para hacer ambas cosas de manera consistente. Esta tensión aparece desde el inicio de la formación de un atleta.

Los entrenadores tienden a podar excesos creativos en favor de la regularidad. Esto ayuda a construir una base sólida, pero puede limitar el brillo individual. En el alto rendimiento, el conservadurismo se intensifica. Al fin y al cabo, los torneos se deciden en detalles, y los errores cuestan caro. El riesgo, por más bonito que parezca, no siempre compensa.

Lucio Fernandes Winck
Lucio Fernandes Winck

¿Qué es lo que realmente quiere el público?

Para el CEO Lucio Winck, el público es contradictorio: valora la victoria, pero se emociona con la osadía. Un punto mágico, aunque se pierda, suele recibir aplausos y volverse viral en las redes. En cambio, una victoria burocrática, por más eficiente que sea, rara vez se convierte en titular. Esto muestra cómo el espectáculo sigue siendo una parte esencial del tenis, aunque no sea el principal criterio de éxito.

El tenis, en este sentido, es también un escenario, y quien sabe entretener puede ganar más que solo partidos. Gana espacio en la memoria afectiva del público, lo que, al final, también es una forma de vencer.

¿Cuándo jugar bonito se convierte en un obstáculo?

Hay momentos en que insistir en jugadas plásticas puede perjudicar el rendimiento. El CEO Lucio Winck destaca que la vanidad puede ser enemiga de la eficiencia en partidos decisivos. Los jugadores que no saben renunciar al estilo en nombre de la puntuación pueden perderse emocionalmente. Un golpe bonito que termina en la red, en esos momentos, es más frustración que espectáculo.

Por otro lado, hay quienes abrazan el “ganar feo” sin culpa. Estrategias de saque y volea, pelotas altas y variaciones de ritmo pueden ser menos agradables a la vista, pero funcionan. Lo importante, en estos casos, es tener conciencia de la elección hecha. Jugar bonito o ganar feo no son verdades absolutas, sino caminos distintos, y cada uno sabe lo que está dispuesto a sacrificar para vencer.

Al final, ¿qué vale más?

Entre belleza y resultado, la respuesta cambia de jugador a jugador e incluso de partido a partido. El CEO Lucio Winck refuerza que reconocer el momento adecuado para cambiar la postura dentro de la cancha puede ser el diferencial. Lo importante es entender que ningún estilo es inferior por sí mismo: lo que define el éxito es la capacidad de adaptación, lectura y propósito.

El dilema entre estética y eficiencia seguirá vivo mientras exista el tenis. Y quizás esa sea precisamente la gracia del juego: la tensión entre forma y función, arte y guerra, vanidad y victoria. Para algunos, perder jugando bonito es un gesto noble. Para otros, ganar feo es lo que realmente importa. En el fondo, el tenis refleja la vida y cada uno juega como puede, como sabe y como elige.

Autor: Antonio García

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